“Comencé mi viaje con María y el Movimiento Somático, hace casi dos años, con la edad de 43 años. Llegue, después determinar con terapia “tradicional” la recuperación de un ictus que afectó a mi lado derecho del cuerpo, y con otras secuelas que nadie pudo hacer nada más por mí. Estaba dolorida, enfadada, decepcionada, frustrada, y con mucho miedo.
No era capaz de andar sin arrastrar mi pie derecho. No podía levantar el brazo más de 60 grados del lado de mi torso. No tenia equilibrio, y me mareaba continuamente. Era incapaz de coordinar mis movimientos, para realizar tareas básicas y esenciales. Levantarme y sentarme era un esfuerzo monumental, y si tenía que bajar al suelo, necesitaba ayuda de otra persona para levantarme. No podía beber sin que saliera liquido de un lado de mi boca, ni tenia la capacidad de tragar sin atragantarme porque un lado de mi esófago no reaccionaba al tragar. Tenía ansiedad severa, paralizante, y de continuo, con ataques frecuentes que en ocasiones duraban días.
Una amiga, de esas que son familia, me recomendó a María, y lo que hacía. Aunque escéptica, esto era la única mano que tenia que jugar, porque lo demás no había funcionado. Se me cruzo por la cabeza que, si con estas clases no tenía mejora, así no podría seguir viviendo, ni haciendo sufrir a otros para cuidarme.
Tras dos años de sesiones somáticas, aquí estoy, disfrutando de la vida, con ganas, energía, y capacidad de vivir. Menudo cambio. Soy otra persona, estoy hasta mejor que antes de mi ictus. Estas clases me han hecho recuperar todo lo que me fallaba al empezarlas, e incluso cosas que no sabía que me fallaban de antes del ictus.
Escribo esto a dos manos después de estar jugando con mis perros en el suelo, levantándome yo sola. He ido a pasear con mi pareja, y a comprar pudiendo llevar peso. Puedo estar sola o con gente, en sitios abiertos o cerrados ya no me dan ataques de ansiedad, y si viene uno, puedo manejar la situación. He aprendido a aceptarme y quererme. Soy una versión mejorada y sigo mejorando cada día. He aprendido más de mi en estos dos años que en toda mi vida. No veo limites en mi futuro.
Ahora sigo con sesiones somáticas ya no para recuperar, sino para prevenir, para sostener, para construir encima de unos cimientos sólidos donde antes había ruinas. Que ilusión tengo de poder ver lo que logro hoy. Vivo en el presente, he hecho las paces y he aceptado mi pasado, y camino hacia un futuro incierto, como para todos, pero con la confianza de que podre con todo.
Estas clases cambian, y salvan vidas.
Gracias Andrea por la recomendación y gracias María por ser mi
guía y profesora.
¡Viva la vida! ¡Viva el Yoga Somático!»
— Vicky, alumna en sesiones somáticas privadas